Entonces la ciudad se apelmazaba compacta en torno a la torre de una aburrida iglesia que, como un pezón enhiesto, destacaba en medio de la llanura; hoy las ciudades se desparraman y se desangran por sus arrabales, y los niños, heroicos o soñadores, contemplan el horizonte como un avenir tentador e incierto que los condena a la soledad.
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