"Indefenso e impotente, aquí estás ahora, viejo Yago retirado. Jubilado de ti mismo, de tus maldades. Tu mirada ausente, tu boca entreabierta, tus manos sobre tus muslos canijos,... ¡Quién te vio! Arrogante, altivo, soberbio, fuerte, inteligente, miserable, el mejor amante y el mejor guerrero, el más ruín y el menos cretino. Una mirada tuya laceraba más que un puñal, demonio viviente. Ahora... Aquí... Impotente e indefenso. Puedo hundirte hasta el corazón esta hoja y removerla en tu interior mirándote a los ojos y... ni gritar podrías. Pero así no acabaría contigo y nada de ello contribuiría a mi honra o a mi orgullo. Hace ya tiempo que dejaste de ser, viejo miserable y asqueroso.
"¿Qué miras, viejo? ¡Ah, la cántara! ¿Quieres agua? No puedes moverte ya ni para ahogarte en tus miserias, babosa infecta."
Se acerca a la cántara, la ase, llena un vaso y se lo ofrece al viejo.
"¿Quieres agua, gusano? ¡Toma!"
Pero cambia la dirección de su ofrecimiento y bebe de un trago todo el contenido del vaso. Parece meditar. Siente un fuego abrasivo en su estómago. Cae de rodillas, mira al viejo que parece sonreír. Muere.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)