martes, 16 de enero de 2018

Libro de citas: Mircea Cărtărescu: Por qué nos gustan las mujeres. Ed. Funambulista, 2006. Traducción de Manuel Lobo.

Por qué nos gustan las mujeres:
"Porque tienen pechos redondos, con pezones que se yerguen por debajo de la blusa cuando tienen frío, porque tienen un trasero grande y rollizo, porque tienen caras de rasgos dulces como las de los niños, porque tienen labios decorosos y lenguas que no te repugnan. Porque no huelen a transpiración o a tabaco barato y no les suda el labio superior. Porque les sonríen a todos los niños pequeños que pasan a su lado. Porque caminan por la calle derechas, con la cabeza alta, con los hombros echados hacia atrás y no responden a tus miradas cuando te fijas en ellas con ojos de maníaco. Porque pasan con un valor inesperado por encima de todas las servidumbres que les imponen sus anatomías delicadas. Porque en la cama son audaces e inventivas, no por perversidad, sino para mostrarte que te quieren. Porque realizan todo tipo de faenas domésticas menudas y molestas sin darse bombo y sin pretender ningún reconocimiento. Porque no leen revistas porno y no navegan por sitios porno. Porque llevan todo tipo de zarandajas que combinan con sus ropas según reglas complicadas e ininteligibles. Porque se dibujan y se pintan la cara con la atención concentrada de un artista inspirado. Porque tienen la obsesión de la delgadez de Giacometti. Porque descienden de las niñas. Porque se pintan las uñas de los pies. Porque juegan al ajedrez, al whist o al ping-pong sin que les interese quién es el ganador. Porque conducen con prudencia en coches pulidos como bomboneras, esperando que las admires cuando se paran en un semáforo y tú pasas por un paso cebra delante de ellas. Porque tienen una manera de resolver los problemas que no eres capaz de comprender. Porque tienen una manera de pensar que te saca de quicio. Porque te dicen «te quiero» justo cuando menos te quieren, como una especie de compensación. Porque no se masturban. Porque tienen de cuando en cuando pequeñas dolencias: un dolor reumático, un estreñimiento, un callo, y entonces te das cuenta de repente de que las mujeres son personas, personas como tú mismo. Porque escriben, ya sea con una extrema delicadeza, coleccionando pequeñas observaciones y bosquejando sutiles matices psicológicos, ya sea de manera brutal y escatológica, no fuera a ser que sospecharan que escriben literatura femenina. Porque son extraordinarias lectoras para las que se escribe tres cuartas partes de la poesía y de la prosa del mundo. Porque las enloquece Angie de los Rolling. Porque las enloquece Cohén. Porque sostienen una guerra total e inexplicable contra las cucarachas. Porque incluso la más dura business woman lleva bragas de florecillas y encajes enternecedores. Porque resulta tan raro tender a secar en el balcón las bragas de tu mujer, unas cositas húmedas, negras, rojas y blancas, en parte satinadas, en parte ásperas, y te asombra la diminuta superficie que tienen que cubrir. Porque en las películas nunca se duchan antes de hacer el amor, pero únicamente en las películas. Porque nunca consigues ponerte de acuerdo con ellas en lo tocante a la belleza de otra mujer o de otro hombre. Porque se toman la vida en serio, porque parece que crean verdaderamente en la realidad. Porque les interesa verdaderamente quién sale con quién entre las estrellas de la televisión. Porque se acuerdan de los nombres de las actrices y de los actores de las películas, incluso los de los más oscuros. Porque un embrión, si no se le expone a ninguna acción hormonal, se desarrolla siempre hasta convertirse en una mujer. Porque no piensan en cómo ligarse al tipo simpático que ven en el trolebús. Porque beben porquerías como Martini Orange, Gin Tonic o Vanilla Coke. Porque no te ponen la mano en el trasero excepto en los anuncios. Porque no les excita la idea de la violación salvo en la mente de los hombres. Porque son rubias, morenas, pelirrojas, dulces, calientes, cálidas, graciosas, porque tienen cada vez un orgasmo. Porque cuando no tienen un orgasmo no lo fingen. Porque el momento más bonito del día es el café de por la mañana, una hora entera royendo galletas y poniendo verde a todo el mundo. Porque son mujeres, porque no son hombres, ni otra cosa. Porque hemos salido de ellas y a ellas volvemos, y nuestra mente órbita como una estrella pesada y embarazada, una vez y otra vez, a su alrededor."