lunes, 6 de noviembre de 2017

¿Dónde espera lo que no fue? Disparate:


Lo otro que pudo haber sido y no fue.


Con mi portátil nuevo me han regalado un procesador de textos 5.0. Me dijo el dependiente que venía con un corrector ortográfico muy... prudente (perdón, yo quería escribir “potente”). ¡Qué ilusión y qué deloite físico escribir en este teclado! ¡Qué ganas de escribir! Escribir por ejemplo... De niña quise ser... teóloga (no, “teóloga” no, “teóloga”, pero con “ge”). Me encantaban las piedras... en el riñón, no, sin riñones, y los canes (no, espera, “vol”, “vol-canes”). Especialmente uno que hay en Hawai-Bombay, no, solo en la isla del Pacífico. Espera que quite la paloma, que este... prudente... corrector ortográfico también trae dibrujitos, no, “-bujitos”. Pero... un momento, que no sé cómo se pueden quitar los dos brujitos, parecen como la buena y la mala con-ciencia (saber riguroso, ha aflorado una nota de color amarillo). Debe ser una llamada de atención, palabra clave … de sol Rimski Korsakov fue el autor de Sherezade. No. Espera (¿blanco por dentro y verde por fuera?). Es otra nota amarilla, otra clave... de sol Johan Sebastian Bach no compuso ninguna Ópera, pero sí varias Con-tatas (niñeras, chicas de servicio). Así debió ser, tuvo dieciocho hijos. Pero yo no quiero escribir de música. Quería contar que de niña quise ser... teóloga (con “ge”). ¡Qué... prudente es! La lava naranja (de Valencia y de Murcia) sobre la roca negra (pequeña isla baja, situada a 18 kilómetros al sudeste de las Rocas Cormorán y aproximadamente a 194 kilómetros al oestenoroeste de la isla San Pedro) tenía un efecto... hipnopédico... encima... de mí. Bien, acepto la... injerencia. Después el terremotocicleta de Guate-mala o desleal me quitó las ganas... de vivir. Se abre una ventana con el mensaje: “Prohibido seguir en esta línea autodestructiva. Para continuar pulse Control-F12”. Decido seguir, pero el teclado parece inerte. Pulso Control-F12. La pantalla se vuelve oscura y una voz masculina y seductora me dice: “¿Está usted mejor? ¿Puede continuar?” Le respondo “Sí, por favor”. Estoy hablando con mi computadora. Y ésta me escucha y me atiende. Vuelve a aparecer sosegadamente el texto. Sigo: Entonces quise ser bombera (fabricante de bombas). Una estridente sirena comienza a salir del ordenador, que grita: “¡Atención! ¡Está usted acorralada! Acaba de ser enviada una alerta a la comisaría de policía más cercana a su dirección. No se mueva. Espere unos minutos hasta que el sistema operativo vuelva a ser actualizado. Ataque terrorista posible. Ataque terrorista aún no abortado. ¡Atención! ¡Peligro! Una vida humana aún no nacida debe ser liberada. No se mueva. No haga nada. Las autoridades están en camino. Ya debe usted estar rodeada. No capte rehenes, esto solo agravaría su situación”. Todo esto a un volumen ensordecedor. No me atrevo ni a pestañear. Poco a poco va volviendo la calma, finalmente el ordenador enmudece y vuelve a aparecer el texto. Otra vez la misma voz seductora: “¡Falsa alarma! ¡Continúe, por favor!” No sé si seguir o huir. Retomo el texto. Leo: De niña quise ser... teóloga. Me encantaban las piedras... en el riñón y los... canes. Especialmente uno que hay en Hawai-Bombay, después una paloma, después dos brujitos y después dos claves de sol. La lava naranja de Valencia y de Murcia sobre la pequeña isla baja, situada a 18 kilómetros al sudeste de las Rocas Cormorán y aproximadamente a 194 kilómetros al oestenoroeste de la isla San Pedro, tenía un efecto... hipnopédico... encima... de mí. Más tarde el terremotocicleta de Guate-mala o desleal me quitó las ganas de... durar con vida o tener vida. Entonces quise ser... una de esas personas que tienen por oficio... de tinieblas extinguir... dinosarios e incendios y prestar dinero (usurero: persona que presta con usura o interés excesivo) y ayuda en cualquier otro siniestro total (suena una canción: “y es que me pica un huevo / no sé qué voy a hacer / no sé qué puedo hacer”). Cuando termina la canción estoy más relajada. El ordenador me vuelve a hablar: “¿Quiere usted seguir?”. Le respondo: “Sí, por favor”. Años después fui a la Universidad para estudiar... Histeria Colectiva. Histeria en la que yo creo estar cayendo poco a poco. “Habla usted mucho de sí misma”, dice el ordenador. “Tal vez debería usted corregir su estilo. ¿Quiere que le ayude?” “¡NO!”, grito. “¡Cállese!”. “¡Déjeme en paz!”. La pantalla baja automática y rápidamente el contraste, se queda a media luz. Casi no distingo las letras negras sobre el fondo gris. Tengo que pegar mi nariz a la pantalla para poder ver lo que estoy... o estamos... escribiendo. En la Universidad... de París que está en Sevilla, Ispal, ciudad fundada por fenicios o tartesios antes de la llegada de los romanos en el 206 a. C., si quiere saber más pulse Control-+-F11, si no, continúe escribiendo... conocí acullá al singular conjunto musical natural de Colombia y autor de La camisa negra que ahora es mi esposo y padre de mis hijos. Lo cognocí una soirée de otoño en los fosos del castillo que fue fábrica de tabacos y donde las cigarreras de Merimée cantaban aires de París mientras embestían a los toros al grito de “Cabreador”. Con la nariz pegada a la pantalla, grito: “Me cago en la puta que te parió”. La pantalla se apaga totalmente y una voz, ahora estridente, fría, ajena, cibernética, dice: “Su ordenador ha sido bloqueado. Para volver a conectarlo debe usted esperar... quince minutos.” Repite: “Su ordenador ha sido bloqueado. Para volver a conectarlo debe usted esperar... catorce minutos... cincuenta segundos”. El mensaje, incansable, no deja de reproducirse. El ordenador portátil no está enchufado a la red. Estoy a punto de arrojarlo por la ventana, pero decidimos los dos que era mejor que yo me fuera de casa a caminar por donde las calles tuviesen a bien conducirme. 

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