sábado, 3 de mayo de 2025

Intercambio a tres voces:

 

Primera voz:

HE VENIDO A ESCRIBIRTE, ES DECIR, A SER:


En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.

Yo al lado del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto.

Oh, cachorro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente

¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.

Clarice Lispector.


Segunda voz:

SONETO DE LO POSIBLE:


Puede ser que una vez / en un desvelo

descubramos que el mundo es una fiesta

y encontremos al fin esa respuesta

que desde siempre nos esconde el cielo


puede ser que una noche / en algún vuelo

ganemos sin querer alguna apuesta

y advirtamos que un alma está dispuesta

a servirnos de paz y de consuelo


puede ser que el transcurso de los años

nos vaya proponiendo otra corriente

dejándonos con suerte y sin extraños


y aunque en la piel nos queden cicatrices

desde el viejo pasado hasta el presente

puede ser que logremos ser felices.

Mario Benedetti.


Tercera voz:

Ahora que no estás lejos, o que no estás más lejos que lo que no soy, lo sé, creo. Porque pido, porque lloro, porque me lamento, porque te añoro, porque canto, o te canto, creo. Porque digo palabras y al viento las lanzo; pero ¿qué importa el viento si me las devuelve a la cara con un eco agresivo? "Amor", "No te vayas", "Mi vida sin ti es nada",... ¿Qué extraños objetos son estas voces, que siendo mías no las poseo? Marchan, con el viento de cara, hacia un pasado que no conocieron. Y yo frente al viento permanezco con los pies bien plantados sobre la roca. El viento sabe más de mí que yo mismo. Tal vez por ello, quiera lanzarme hacia atrás, junto a mis palabras lanzadas por necesidad. ¿Cómo ser voz para dejarse llevar por este viento sabio? ¡Tan cerca del amor estabas y yo no supe cómo mirarte! El mundo, entonces, era una fiesta. ¡Qué desvelo! Grito: "Enigma" y el viento me responde "Respuesta". Yo creí, ciego entonces, que eras un enigma por desvelar. Hoy sé que tú eras la única respuesta. El viento insiste en repetir mis voces y llevarlas arrastradas hacia atrás, pero yo no soy como ellas, a mí este viento solo me conmueve, pero no puede arrastrarme, porque no soy otra cosa que mi cuerpo. Otra cosa que mi cuerpo no es, no existe, no consiste, tampoco fue, por más que me repita mil veces lo contrario. Alguna noche, en algún vuelo creímos que la felicidad era posible, incluso fácil o inevitable. ¡Qué poderoso el engaño de hacernos creer lo que siempre creímos! Entonces el viento de nuestras ilusiones nos llevaba de un lado a otro sin sentir siquiera que estábamos fijos en el mismo lugar. ¿Ahora? Ni tú ni yo estamos donde entonces ni volveremos a pisar las huellas de la misma orilla, por mucho que sepamos, y así lo gritemos, que esas huellas son las cicatrices que nos abrasa nuestra piel.


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