Anexo
al Informe del viajero planetario Aixalag al ed Nórim, del planeta
BAHKA-1581, acerca de las prácticas extrañas de algunos pueblos de
homúnculos terrícolas:
Sobre
las becas Erasmus:
Debemos
a la antropóloga terrícola sudafricana Mónica Wilson el desarrollo
del concepto de villa o aldea móvil que ella tuvo la oportunidad de
observar y de investigar en los años treinta del siglo pasado -según
la cronología terrícola más extendida en el planeta-, y que tan
brillante y generosamente expuso en sus tres obras que desarrollan su
trabajo de campo con los nyakyusas. El desarrollo de sus brillantes
observaciones en torno a este pueblo tanzano, junto a las orillas del
río Songwe y en la frontera con Malawi, y a su lengua bantú -ya
desaparecida- sigue siendo la más completa exposición que sobre
este pueblo se haya escrito y publicado nunca en el planeta Tierra.
Aunque esto no tiene por qué seguir siendo así, dado que ya ha
quedado demostrado que, respecto a estos homúnculos, nada es
predecible. No son escasas las sociedades organizadas en bandas y
aldeas de toda la galaxia que separan a sus hijos y adolescentes de
la familia nuclear y de todo el marco de la sociedad global que las
incluye, con el fin de conseguir los tres grandes objetivos que todo
grupo social, más o menos evolucionado, tendrá que lograr si
pretende perpetuarse durante varias generaciones, es decir, durar:
que los adolescentes aprendan y
respeten los conocimientos y los rituales de sus antepasados, que
inicien y desarrollen su competencia sexual, y que adquieran las
aptitudes necesarias para las artes y prácticas militares.
Para ello los nyakyusas del sur de Tanzania envían a los niños de
seis o siete años, siempre según la descripción de la doctora
Wilson, a las afueras del poblado con el fin de que, entre ellos,
construyan refugios y chozas de juncos en los que pasar sus horas de
juegos. Conforme van creciendo, las chozas van mejorando y
ampliándose hasta dar lugar a una nueva aldea diferente de la de sus
padres y madres. Hasta los once o doce años a los jóvenes nyakyusas
se les permite ir a dormir a la choza de sus padres, pero a partir de
esa edad ya solo se les permite ir a visitarlos a la hora de comer;
para dormir tendrán que buscarse la forma de hacerlo en la nueva
aldea. La formación definitiva de esta nueva aldea tiene lugar
cuando los jóvenes toman esposas y éstas empiezan a dar a luz a la
siguiente generación. Las aldeas nyakyusas son móviles por esta
causa. Los padres y madres nyakyusas al parecer han resuelto el
difícil problema que en las sociedades terrícolas de homúnculos
occidentales actuales plantean los jóvenes adolescentes a todos los
miembros adultos e infantes que las componen. ¿Qué hacer con los
adolescentes, que ni niños ni adultos, tienen necesidad de aprender
y de errar, de desenvolverse por sí mismos sin necesidad de que sus
padres tengan que avergonzarse por ello o de ellos, que jugarse la
vida sin necesidad de perderla,...? Las sociedades europeas actuales
han logrado otra solución tan original como improductiva como la de
la etnia nyakyusa: las célebres becas erasmus. Los diferentes
Estados que componen lo que desde otras latitudes terrícolas llaman,
de manera inexplicable, “la vieja Europa” les proporcionan a las
familias una escasa cantidad de dinero, insuficiente según todas las
respuestas de todos los entrevistados avaladas éstas además por las
observaciones de este incansable investigador que informa, para que
marchen a vivir unos meses a otros territorios, lejos de sus madres y
padres, de forma tal que los teutones y anglos marchan a La Romania o
La Bética, los francos se desparraman por todos lados, un poco de
incógnito, dado que en ningún sitio suelen ser bien acogidos, y los
béticos y romanios del sur a las frías latitudes de sajones,
daneses, teutones u holandeses. No solo tienen la previsión de
enviar al sur a los del norte y al norte a los del sur, para que los
aguanten o acojan sus homólogos progenitores, sino que también los
del este marchan al oeste y los del oeste al este, formando así una
trama perfectamente trenzada y que da unos resultados más allá de
los esperados tal como indican, de un lado, la afluencia de
participantes que cada curso escolar -así llaman a los meses de
experimentación, diversión, formación, fornicación y prueba-
solicita y participa en este sorprendente sistema de expulsión
controlada, y, de otro lado, el hecho de que se haya convertido en
una auténtica necesidad para los becandos llegando incluso a constar
voluntaria y orgullosamente en los llamados currículos, extraño
documento en forma de escaparate o muestrario en el que los
terrícolas de todos los continentes recogen los hitos que ellos
creen más destacados de su formación, y aun de su vida, con el fin
de mostrar lo que valen o de lo que son capaces de hacer ante los
ojos de aquellos que quieran contratar sus servicios. Así las cosas,
algunos Estados de la vieja Europa decidieron, durante el último
cuarto del siglo XX, implantar este sistema de expulsión controlada
llamado “becas Erasmus” para lograr, además del descanso que
debe suponerles a los progenitores de estos adolescentes, por más
que ellos simulen apego, preocupación e, incluso, a veces,
desesperación por su marcha, los tres objetivos más arriba
mencionados: que los adolescentes aprendan y respeten los
conocimientos y los rituales de sus antepasados, que inicien y
desarrollen su competencia sexual, y que adquieran las aptitudes
necesarias para las artes y prácticas militares. En lo que sigue de
este documento me atengo a recoger, de forma no sistemática,
declaraciones de los mismos becados acerca de estos asuntos para que
las autoridades interplanetarias, que tengan a bien leer este anexo,
puedan conocerlas y evaluar si se hace necesario o meramente
conveniente un análisis más completo y exhaustivo que el presente.
De la lectura de los tres documentos que siguen podrá desprenderse
la idea que manifiesto en este anexo al informe principal ya enviado:
que no parece comprensible por qué han llegado a la conclusión a la
que han llegado estos terrícolas y por qué siguen manteniendo esta
conducta a pesar de lo desastrosos que son sus resultados. Pero como
venimos manteniendo desde el principio: los homúnculos terrícolas
no son predecibles.
Documento
número 1: palabras interceptadas por un satélite espacial y
emitidas por un homúnculo adolescente de sexo masculino: “Adiós
fracaso; bienvenida Irlanda, me espera Lublin”. Nota: son difíciles
de explicar los motivos por los que la mayor parte de estos
individuos muestran tanta ignorancia respecto a la geografía física
de los territorios que visitan.
Documento
número 2: interceptado de una llamada telefónica desde el terminal
de una homúncula que conversaba con otra y le contaba alguna
experiencia que todavía no llegamos a comprender. Son tantas las
investigaciones que aún debemos concluir y son tan impredecibles
estos terrícolas...: “Bestial, Susana. Bestial. Hacía apenas unas
horas que no nos veíamos, pero llegó como un torrente. Yo estaba en
la ducha, cuando escuché que abría la puerta del piso y después la
del baño. Con cautela, pero sin candidez se coló en la bañera.
Primero se enjabonó él y después me enjabonó a mí mientras yo le
decía: “Oye, pero qué haces”. Y él como si nada, como si le
hablase a las paredes. Parecía un cazador furtivo con mucha decisión
y con las ideas muy claras, y yo parecía su presa, pero presa presa,
Susana. No te puedes imaginar la fuerza que emite esa convicción que
tiene. Luego me pasó la lengua por todas partes y yo también a él.
Me hacía sentir la mujer más querida y deseada del mundo. Su piel,
finísima, cubría unos músculos poderosos, sin nada de grasa. Y ya
no te cuento más, Susanita, que lo que me siguió haciendo no puede
describirse con palabras y menos a una amiga como tú. Besos,
Susanita. Ya te contaré cómo me va yendo en esta maravillosa y ya
no tan fría ciudad de Copenhage.”
Documento
número 3 y último: frases extraídas de un email enviado desde la
cuenta personal de un homúnculo de sexo masculino a un coetáneo de
su mismo sexo, a quien en alguna ocasión llama con el apelativo
cariñoso, poco comprendido aún, de “amigo”: “creí que el
zurdo me iba a matar. Por ello, antes de salir de mi choza me metí
la navaja en el bolsillo derecho y una toalla en la mochila, ya
sabes, para cubrirme el brazo izquierdo y recibir con él los ataques
afilados del animal, como nos enseñó el viejo Evaristo en el campo
de la iglesia, ¿recuerdas? Amigo, sabes que nunca he sido ni peleón
ni bravucón, pero ese animal me había amenazado delante de todos,
iba a venir a por mí, yo lo sabía y no por ello iba yo a quedarme
encerrado o debajo de la cama. Así que me metí la navaja en el
bolsillo, enrollé la toalla en el interior de la mochila y salí a
las calles de esta puta de Berlín, donde hay más turcos y moros de
mierda que alemanes. Amigo, si el führer levantara la cabeza,
seguro que se suicidaba el cabrón. El zurdo es feo de cojones,
amigo. Se parece al demonio, el moro de mierda ese. Pues no que fue a
lo del francés gritando que yo le había robado a la novia y
quinientos euros. Será cabrón, el zurdo guarro de los cojones. La
Polaca se vino conmigo la otra noche porque ella quiso, porque ella
quiso; él sabrá por qué lo hizo. ¿Y el dinero? ¿Pero de qué
dinero habla? Yo ya le pagué la buharda la semana pasada, pero el
cabrón estaba tan borracho que lo mismo ni se acuerda, el maricón.
Estoy desesperado, amigo. No sé que hacer, si correr sin parar hasta
llegar al pueblo o ir a lo del francés a decirle a ese cabrón de
mierda que es un cabrón y que ya le pagué y que la Nena está
conmigo porque él es un maricón y un moro de mierda. Su cara me da
náuseas, amigo. Yo soy más hombre que el maldito zurdo de los
cojones. No te imaginas lo delicado y fino que se pone cuando habla y
sabe que todos le están mirando. Entonces parece una mujer, el
maricón...”
Antes
de terminar este anexo al informe previo querría aclarar el motivo
por el que, he creído averiguar, se ha utilizado el nombre de
Erasmus para referirse a este sistema de expulsión controlada propio
de la vieja Europa. El nombre latino debe inspirarse en Desiderius
Erasmus, natural de Rotterdam, nombre y procedencia de un humanista
antipático que se conoció en su época, aparte de por sus
meticulosas observaciones -más luteranas que racionalistas de lo que
pudiera parecer a lectores poco cautos- frente a la superstición y a
la mentira, por verter inmundicias en sus escritos cuando se refería
a las ciudades en las que tenía a bien hospedarse o incluso residir
por un tiempo prolongado. Véase, por ejemplo, las frases que le
dedicara a la bellísima ciudad de Friburgo y a su ejemplar Casa de
la Ballena, hoy lugar de peregrinación controlada.
Fdo.:
Aixalag al ed Nórim, BAHKA-1581.
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